La historia de Rafiki y Petete

Empezaremos la entrada de hoy con un boletin informativo sobre el estado de salud de Victor: las bacterias de su estomago han perdido la batalla contra la ciprofloxacina. Ahora puede volver a beber te y comer picante comida callejera.

Hoy tenemos muchas cosas que contar. Lo ultimo que sabeis es que ibamos a coger un tren terrible de 6h en la clase mas barata. Pues bien, hemos sobrevivido a sus duros asientos, a sus altas temperaturas y a aguantar que la persona que tienes delante ponga sus pies en tu asiento. Una cosa peculiar es que aqui los trenes paran unos veinte minutos en cada parada y todo el mundo baja a comprar comida en el anden que esta lleno de vendedores.

Llegamos a Bikaner de noche y los señores del albergue nos vienen a buscar con su rickshaw tuneado. Llegamos al albergue con la esperanza de que nos dieran de cenar, pero solo nos dieron las buenas noches. Asi que a la cama con la panza vacia y con el saco sabana, que las sabanas que nos ponen dan asco. Dado que estamos en medio del desierto, pensamos que una buena opcion para verlo es a lomos de un camello en una excursion que incluye una noche al estilo safari. Tomamos la decision sin saber que en el desierto hay 45 grados y que no hay ni una sombra ni neveras. Al dia siguiente el jefe del safari nos recibe en pijama mientras desayunamos. Nos explica que nos acompañara un camellero, dos camellos y un carro y un guia que habla perfecto ingles. Grata es nuesta sorpresa cuando llegamos alli y nos damos cuenta de que el supuesto guia el unico ingles que sabe es: yes, spicy, hot, water y sheep ( ayudandose de gestos). Con estas cinco palabras no podemos saber ni como se llaman asi que los bautizanos Rafiki y Petete.

Rafiki tiene 21 años, es el que sabe ingles y es el que se encarga de cocinar y el que maneja el cotarro. Cuando le preguntas algo en ingles y no te entiende, su respuesta es yes. Su mente no concibe las cosas sin picante y lo que para el es "little little spicy", para nosotros es fuego del infierno que nos hace llorar. Fue muy gracioso verle utilizar el abanico de Eli.

Petete tiene 65 años 9 hijos y tres nietos, todo un semental. Se peina el bigote al estilo Dali y lleva un turbante que le encanta mordiscar s uno de los camellos. A Petete le encanta la lectura, le enseñamos nuestra guia en castellano y se tira una hora leyendo palabras sueltas, a su manera. Siempre intenta satisfacernos y comunicarse con nosotros, el idimoa de signos es internacional. Pero su rasgo mas caracteristico es que no se calla, esta siempre hablando, no sabemos si reza, si habla solo, si habla con nosotros, con Rafiki... pero su murmullo nos acompaña todo el viaje.

Rafiki y Petete no entienden que les esperemos para comer y que les queramos ver cocinar.
Con esta compañia nos lanzamos sl desierto. No es un desierto de arena, sino mas una sabana y vemos antilopes entre muchos otros snimales. Lo mas interesante de esta aventura es que podemos ver a la gente de pueblo en estado natural ya que nos preparan en cada comida los platos mas tipicos y pasamos por pueblos muy pequeños donde todos los niños salen a saludarnos como si fueramos los Reyes Magos. Lo mas bonito ha sido dormir al raso en el desierto, bajo un monton de estrellas y un silencio que necesitabamos tras tantos dias de caos. Al dia siguiente se hace un poco duro el calor ya que padecemos los 45 grados del desierto con agua hirviendo para beber. Al acabar, vamos a coger el tren hacia Jaisalmer donde conocemos a una pareja de holandeses con los que compartimos trayecto. El tren llega a las 23.00, con cinco horas de retraso y con un palmo de arena en los asientos, esto es el desierto. Llegamos a Jaisalmer a las 3.30 de la madrugada, masticando arena, sin habernos duchado tras el safari y sin alojamiento, pero facilmente encontramos un sitio bueno bonito barato (3€ la habitacion).

Hoy, con el sueño un poco recuperado, visitamos Jaisalmer, preciosa ciudad con un increible fuerte de arenisca repleto de historia. La ciudad es " limpia", tranquila, con gente muy amable y millones de cosas para comprar que Victor no deja comprar a Eli porque no quiere cargar con ello hasta Bengaluru.
Ahora estamos viendo atardecer delante del fuerte y a punto de empezar a cenar.

Un abrazo a nuestros seguidores, os dejamos algunas fotos.

PS: La primera foto es la de un lavabo del tren. Una imagen vale mas que mil palabras.